Sexualidades
¿Cómo educar en sexualidad?
Hablar, escuchar, preguntar y respetar temas de sexualidad no resulta nada fácil, sobre todo cuando se trata de un diálogo entre adultos y adolescentes.
Conozca algunas estrategias y recomendaciones para:
- Lograr una buena comunicación.
- Ofrecer una educación integral en sexualidad.
- Lograr un equilibrio entre la autonomía de sus hijos e hijas adolescentes y el apoyo, atención y cuidados que puede brindarles.
Pulse sobre cada pregunta para conocer más.
¿Cómo entender la adolescencia?
La adolescencia es una de las etapas más importantes de los seres humanos, tiene su propia definición, etapas y características que sirven para comprender mejor los cambios físicos y psicológicos de nuestros hijos e hijas.
¿Quiere saber cómo lograr un equilibrio entre la autonomía de sus hijos e hijas y el apoyo, atención y cuidados que pueden brindar como padres y madres o personas a cargo de su cuidado?
Observe el siguiente video.
¿Cuáles son los mitos sobre la sexualidad adolescente más comunes?
Suele decirse que la temeridad en la adolescencia es algo que se puede confundir con la irresponsabilidad, esto no siempre es así. La temeridad es una tendencia a “actuar como personas adultas”, y por ello es importante analizar los modelos de comportamiento que se promueven para la juventud. ¿Qué se promueve, para hombres y mujeres, acerca de vivir la sexualidad? De esta manera, analizando las prácticas e ideas poco saludables y riesgosas que se promueven socialmente, y transformándolas por unas saludables podrían disminuirse las probabilidades de replicar comportamientos de riesgo o violentos.
Para reflexionar:
¿Qué comportamientos son los que se desea promover en el ejercicio de la sexualidad durante esta etapa?
¿Qué educación sexual quiere brindarle a sus hijas e hijos para su bienestar como parte de sus derechos sexuales y reproductivos?
Veamos algunos mitos más difundidos entre los adultos en relación con la sexualidad de los y las adolescentes.
Pulse sobre cada imagen y lea con atención.
La educación sexual adelanta el inicio de la vida sexual
Este es quizá uno de los mitos más difundidos entre las personas adultas, y es uno de los más importantes a desechar para poder hablar de sexualidad con las y los adolescentes. Lo que se ha demostrado en cuanto a la educación integral en sexualidad es que ésta no solamente NO adelanta el inicio de la vida sexual, sino que incluso puede llegar a retrasarla. Por ello, se considera la educación y la información como factores protectores de un embarazo adolescente.
La sexualidad no existe antes de la vida adulta
Otro mito es que la sexualidad no existe antes de la vida adulta; que es algo que se reserva para una vida de pareja estable y que está destinada exclusivamente a la reproducción. Esto es falso, dado que la sexualidad está presente toda la vida de la persona, desde que nace hasta que muere. Este tipo de ideas falsas dificulta que se reconozca y acepte que las y los adolescentes tienen prácticas sexuales que realizan a solas o en pareja, ya sea como forma de autoconocimiento o para manifestar afecto a la pareja o, en algunos casos realizadas bajo la presión de los estereotipos de género. La educación sexual que le brinden o le ayuden a conseguir es parte de las condiciones que necesitan para tener una vida más plena y alejada de riesgos y daños a su salud.
Las y los adolescentes que no han iniciado su vida sexual son más responsables
La postergación del inicio de la vida sexual no siempre significa una señal de mayor responsabilidad, a veces solo significa la ausencia de oportunidades y en casos un poco más complicados, la sensación de inseguridad que les impide relacionarse con otra persona, aunque exista el deseo de hacerlo. Es importante diferenciar una decisión de un impedimento: la primera deja una sensación de autodeterminación frente a las circunstancias y de satisfacción; la segunda una sensación de ser incapaz frente a las circunstancias y de frustración. Un chico o chica responsable es capaz de reconocer su capacidad para vincularse con otras personas, para desarrollar integralmente su identidad, incluida su autoestima, para poder tomar mejores decisiones, y para comunicarse de manera asertiva y confiando en sí mismo(a). La información y la educación sexual son de vital importancia para que sus hijas e hijos adolescentes ejerzan sus derechos sexuales y puedan elegir y planear con responsabilidad cuándo iniciar su vida sexual.
Las y los adolescentes son víctimas de sus hormonas y no pueden controlarse
Este mito confunde y limita a madres y padres para abordar la sexualidad de las y los adolescentes. Aunque es cierto que durante la adolescencia las hormonas generan cambios en el cuerpo y el deseo sexual de las y los adolescentes, esto no significa que sean incapaces de controlar esos deseos. Al principio pueden tener dificultades para entender ciertas sensaciones (como la excitación sexual y los cambios físicos que produce) e incluso podrán tener reacciones inesperadas (como la presencia de erecciones matutinas y eyaculaciones nocturnas en los hombres), pero forman parte natural de este proceso de crecimiento. Por ello es importante que conozcan lo que está pasando en esos momentos en su cuerpo y experiencia corporal, y se les apoye para que se sientan cómodos con esos cambios que, al irlos conociendo poco a poco, lograrán asimilarlos. En instituciones públicas como los servicios de salud les pueden dar información acerca de esos cambios hormonales. La atención en servicios de salud sexual es otro derecho de las y los adolescentes y como madres y padres pueden ayudarles a que se acerquen a las unidades de salud y resuelvan todas sus dudas.
Cuando comienza la exploración sexual en la adolescencia se pierde la inocencia
La idea de la sexualidad como pecado, o como algo negativo es algo común en la sociedad mexicana. Sin embargo, la sexualidad es algo que forma parte de la naturaleza humana y que ayuda a crecer como personas cuando se vive libre, saludable y placenteramente. Cuando una madre o un padre se entera de que su hija o hijo ha iniciado ya su vida sexual, podría pensar que “ha perdido algo”, como si fuera una persona diferente. Pero no han perdido nada, ellas/os siguen siendo las mismas personas, solamente que han descubierto una nueva faceta de su vida, pero eso no necesariamente cambia su personalidad o el tipo de relación que tienen con ustedes. El conocimiento y las experiencias positivas los hacen mejores personas y no al contrario. Las y los adolescentes tienen derecho a ejercer y disfrutar plenamente su sexualidad por lo que no se les debe presionar, discriminar e inducirles a sentir remordimientos o castigarse por ejercer o no su vida sexual.
Las relaciones sexuales durante la adolescencia son inmaduras e irresponsables
Algo que es importante recordar es que el nivel de responsabilidad varía principalmente por el tipo de educación y experiencias que se han tenido. Las y los adolescentes pueden tomar decisiones en mejores condiciones de seguridad, libertad y responsabilidad de acuerdo a su momento vital siempre que reciban la formación necesaria. Las y los adolescentes tienen derecho a decidir de forma libre sobre su sexualidad, respetándoles sus decisiones en torno a su cuerpo y vida sexual; como madres y padres sí pueden ofrecerles o acercarles información científica, confiable y clara para que tomen las mejores decisiones sobre su sexualidad.
Para reflexionar:
¿Conoce algún otro mito?
¿Cuáles de estos mitos considera que no lo son y que sí tienen validez?
¿Por qué es importante brindar educación sexual a los y las adolescentes?
Aunque las personas adultas solemos pensar que las vivencias de las y los adolescentes no son tan importantes, hay que recordar cómo era para ellas mismas. No pueden restarle valor a la forma en que ellas/os sienten, si acaso pueden ayudarles a dimensionar las cosas para que no caigan en exageraciones, pero no pueden asumir que lo que les pasa no cuenta o no es tan importante como lo que las personas adultas consideran, valoran y hacen.
Por los cambios de maduración sexual es muy probable que los y las adolescentes tengan contactos sexuales. Por ello, lo más adecuado es que cuando lo hagan cuenten con la formación necesaria que les permita tener prácticas seguras y con responsabilidad.
Recordemos que, sin importar el contexto en el que se desenvuelvan las y los adolescentes, una de las constantes en esta etapa son los cambios de maduración sexual (en lo físico, psicológico y social) que pueden llevar o no, al inicio de la vida sexual activa, es decir, tener encuentros sexuales con otras personas. A diferencia de la niñez, en la adolescencia, los cambios hormonales generan una mayor atención en las sensaciones físicas, ya sean resultado de una experiencia erótica individual o del contacto con otras personas. Así que, se les hable o no acerca de la sexualidad, es muy probable que los contactos sexuales se presenten sin que como adultos, ustedes lo puedan evitar. Por ello, lo más adecuado es que cuando lo hagan, las y los adolescentes cuenten con la formación necesaria que les permita tener prácticas seguras y con responsabilidad.
Algo que les ocurre a todas las personas durante su pubertad y adolescencia es que el desarrollo de los órganos sexuales y la aparición de otras características físicas, cambian la concepción del cuerpo propio y el de las otras personas. Comienza a ser más frecuente el interés por los temas relacionados con la sexualidad y, dependiendo del contexto cultural, aparecen demandas sociales para expresar su madurez sexual (esto incluye desde actos para “presentarse” socialmente, hasta la búsqueda de una pareja por parte de las familias para asegurar un matrimonio, pasando por el arreglo personal, que suele expresar de forma simbólica que ya se es un hombre o una mujer). Y aunque no ocurre en todos los casos, en su mayoría las y los adolescentes quieren expresar o demostrar que ya no “son unas niñas” o “unos niños”, a través de demostrar su madurez sexual.
Esto no significa que durante la infancia no existan comportamientos sexuales. Los hay, pero estos corresponden al nivel de maduración física y psicológica de las niñas y los niños. El tema de la sexualidad de la infancia varía dependiendo de cada cultura, pero uno de los derechos humanos más importantes de la infancia es el sentir que su cuerpo les pertenece, aprender a cuidarlo, conocerlo y quererlo; a vivir de acuerdo a sus necesidades y no exponerles a contenidos o prácticas inapropiadas. Las niñas y los niños tienen derecho a recibir la formación necesaria para su desarrollo sexual saludable, lo que definitivamente hará más fácil enfrentar los cambios que siguen en la pubertad y adolescencia. La educación integral en sexualidad es importante en todas las etapas de la vida incluyendo la infancia, pues además contribuye a la prevención del abuso sexual.
Si durante la adolescencia hay altas probabilidades de que se inicien las relaciones sexuales, la educación e información sobre sexualidad es necesaria pues contribuye a disminuir las prácticas de riesgo que se reproducen por la tendencia a la temeridad en esa etapa de la vida.
Es importante aclarar que las prácticas de riesgo se refieren a comportamientos que se consideran poco saludables, ya sea porque afectan física, social o psicológicamente a la persona, o porque desencadenan situaciones que producen esas afecciones. No todas las prácticas sexuales son de riesgo. Un ejemplo para aclarar lo anterior puede ser el consumo de alcohol: consumir responsablemente no es una práctica de riesgo, a diferencia de consumir alcohol de forma excesiva, que sí lo es.
El inicio de la vida sexual por sí mismo no es una práctica de riesgo, siempre que sea una decisión libre, consciente e informada. Sin embargo, esto no siempre ocurre así, generando el riesgo de un embarazo no planeado y/o no deseado. Y, dependiendo del tipo de contexto social, este inicio de la vida sexual activa puede ser alentado por las diferentes redes sociales de las personas y las ideas del sistema sexo-género, provocando que, en ocasiones, más que un evento de tipo personal se convierta en un evento de tipo social que debe de cumplirse para pertenecer a un grupo social, para tener un valor más elevado dentro de éste o para acceder a ciertos derechos que se consideran exclusivos de las mujeres que están casadas y son madres. En México existen regiones donde esta situación es muy común, lo que está particularmente relacionado con el cumplimiento de los roles tradicionales y estereotipos de género.
En 2012, casi la mitad de las adolescentes tenían mayor riesgo de embarazo que en 2006 al no utilizar ningún método, o bien de contraer una infección de transmisión sexual. Del total de adolescentes sexualmente activos, 14.7% de los hombres y 33.4% de las mujeres no utilizaron ningún método anticonceptivo en la primera relación sexual, lo que representa una reducción notable en relación con 2006, cuando 30% de los hombres y 57% de las mujeres no los utilizaban.
* Gutiérrez, Rivera-Dommarco, Shamah-Levy, Villalpando-Hernández, Franco, Cuevas-Nasu, Romero-Martínez, Hernández-Ávila, (2012), Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012. Resultados Nacionales. Cuernavaca, México: Instituto Nacional de Salud Pública. Marzo 1, 2016 de ENSANUT 2012 Resultados Nacionales (PDF).
Para reflexionar:
¿A qué cree que se deba que más adolescentes hombres usan métodos anticonceptivos? Y ¿por qué ha disminuido su uso?
Estos datos de México nos muestran que mujeres y hombres adolescentes pueden llegar a tener prácticas sexuales de riesgo, que pueden deberse al desconocimiento o la falta de habilidades para la vida, las cuales consisten en aptitudes necesarias para tener un comportamiento adecuado y positivo que permita enfrentar eficazmente los retos y desafíos de la vida diaria. Si se carece de habilidades para la vida, puede existir dificultad para ejercer, respetar y hacer valer los derechos sexuales y reproductivos. A veces sí tienen el conocimiento, pero su contexto familiar o social influye para que tomen decisiones arriesgadas. Como ya se revisó antes, recuerde que el hecho de que ocurra o no un embarazo durante la adolescencia, es resultado de varias cosas, no solamente de la madurez sexual, sino de los ambientes en que se desenvuelven, la cultura, las habilidades con las que cuentan, la educación que han recibido (tanto en casa como en la escuela u otros lugares), el acceso que tienen a métodos anticonceptivos y cómo los usan, etcétera.
En México, la edad mediana, es decir, la edad típica de inicio de la vida sexual en mujeres es de 18 años según la ENADID, 2014.
¿Desde cuándo empieza la educación sexual para nuestras(os) hijas e hijos?
Dado que educación sexual de hijas e hijos adolescentes es muy importante, es necesario reconocer que debe iniciarse desde la infancia ya que en este momento se sientan las bases de la comprensión que las niñas y niños hacen sobre su cuerpo, el erotismo y los afectos entre las personas.
La educación sexual es muy importante y comienza, en la mayoría de las ocasiones, sin darnos cuenta a través de los mensajes cotidianos que reciben las niñas y los niños acerca del cuerpo, la desnudez, el amor entre las personas, el placer, así como la maternidad y paternidad, entre otros temas.
Estos mensajes se dan hablados o actuados con los gestos, comportamientos e incluso con los silencios. Por eso es muy importante decidir, como personas responsables del cuidado o como madres y padres, qué educación sexual quieren brindarles a las y los adolescentes. Esto significa que les debe preocupar tanto la educación sexual cómo enseñar las reglas de cortesía, los hábitos de higiene o los hábitos alimenticios, porque la sexualidad es una parte fundamental del cuerpo, la identidad y por supuesto, de las relaciones personales.
Recibir Educación Integral en Sexualidad (EIS) es un derecho de las niñas, los niños, las y los adolescentes y jóvenes, por lo que se debe realizar de forma decidida también en casa. Esto no excluye la educación que se da en espacios educativos o de salud, sino que la complementa. En ocasiones las madres y padres de familia pueden sentir agobio e inseguroidad para brindar esta educación en casa y prefieren que alguien más lo haga fuera del hogar.
Sin embargo, cuando esto ocurre, podrían estar perdiendo dos grandes oportunidades: la de saber que la información que se recibe es adecuada y la de mostrar a sus hijas e hijos que su hogar es un espacio donde pueden sentir la confianza y/o el apoyo necesario para aprender a vivir de forma saludable, responsable y placentera.
Derechos sexuales y reproductivos de las y los adolescentes
La EIS es parte de los derechos sexuales y reproductivos de las y los adolescentes, que han sido reconocidos en instrumentos jurídicos internacionales de derechos humanos como la Convención de los Derechos de los Niños –CDN, la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer –CEDAW. Estos derechos incluyen:
Conocer su cuerpo
Decidir libremente si tener o no relaciones sexuales
A la privacidad, intimidad y la libre expresión de los sentimientos
Decidir libremente si tener o no hijas o hijos
A servicios de salud integrales, especializados
A acceder gratuitamente a métodos anticonceptivos seguros y eficaces
A no ser discriminadas/os por embarazo, por tener hijas o hijos, por estado civil o por orientación sexual
A no ser marginadas/os por el hecho de vivir con el VIH/SIDA
A participar en la creación de programas de salud sexual y reproductiva
A recibir educación sexual integral en las escuelas, con información clara, oportuna y libre de prejuicios
El derecho a la Educación Integral en Sexualidad se basa en considerar la salud en general y la salud sexual en particular como aspectos fundamentales para el bienestar y la calidad de vida de las personas.
Como derecho humano (que ya hemos revisado en la cápsula dos) se basa en los derechos sexuales y reproductivos, así como los derechos de las mujeres y de la infancia. Además, la EIS toma en cuenta la salud, las identidades, las relaciones humanas, la expresión, y todo lo que conforma la sexualidad, aspecto esencial del desarrollo personal y el logro máximo de su potencial como ser humano, para el ejercicio pleno de la ciudadanía y de los derechos humanos. El derecho a la educación sexual integral es fundamental para el ejercicio de los demás derechos sexuales y reproductivos de las y los adolescentes.
Para reflexionar:
¿Qué tipo de educación en sexualidad están recibiendo sus hijos e hijas?
Es muy importante que las personas responsables del cuidado, madres o padres, tomemos conciencia de la educación sexual que sus hijas/os han recibido de manera no deliberada sino como resultado de la vida cotidiana, la influencia de medios de comunicación y de mensajes velados que pueden estar basados en estereotipos y roles tradicionales de género, así como en ideas tergiversadas o erróneas acerca de la sexualidad humana.
Asimismo, es fundamental aprovechar la oportunidad que se tiene cada día, para brindarles una educación de la sexualidad, con una perspectiva género y de derechos humanos, como uno de los más valiosos apoyos que se les puede dar en sus vidas al proveerles de información, así como de herramientas efectivas y confiables que les sirvan al tomar decisiones de manera responsable en torno a su vida sexual, al ejercicio de sus derechos sexuales y un pleno desarrollo y bienestar.
Las ventajas de educar deliberadamente sobre sexualidad las podemos apreciar a continuación.
Pulse sobre las flechas para conocer más.
Educación no deliberada en sexualidad
Aquello que expresamos surge de forma espontánea, a partir de lo que sabemos y sentimos al respecto, pero sin haber pasado por la reflexión o la búsqueda de información.
Por ejemplo: decir chistes o refranes sexistas que menosprecian a las mujeres. Hacer críticas hacia otras personas sin información completa o con base en información tergiversada, basada en prejuicios y mitos.
Hay ideas y prácticas de madres y padres que forman parte de expresiones y saberes cotidianos, éstas no tienen un objetivo particular que cumplir, pero al enviar un mensaje, éste influye en cómo las y los adolescentes perciben la sexualidad.
Por ejemplo: evitar o negarse a hablar sobre las relaciones sexuales cuando un/a hijo/a adolescente pregunta al respecto, por considerar que no tienen edad apropiada para abordar esos temas.
A veces podemos darnos cuenta de la reacción que tienen las personas sobre lo que decimos, pero no siempre exploramos al respecto.
Por ejemplo: notar incomodidad o vergüenza en alguien cuando decimos un chiste con contenidos de sexualidad, pero no preguntar qué pasó, qué le incomodó.
Habla de las cosas más evidentes, pero no explora por qué las cosas son así, no va más allá, a conocer las bases.
Por ejemplo: hablar sobre que los hombres no se responsabilizan de los embarazos, pero sin preguntar qué relación tiene con la educación.
No siempre considera los derechos humanos, en particular los sexuales y reproductivos.
Por ejemplo: expresar que algunas personas pueden mostrar su afecto públicamente y otras no tienen ese mismo derecho sobre todo si son personas del mismo sexo.
Educación deliberada en sexualidad
Lo que expresamos ha sido reflexionado con anticipación, a través de la búsqueda de información, incluyendo el análisis de lo que sentimos y pensamos al respecto.
Por ejemplo: Si deseo hablar sobre “los amores de internet”, me informo y reviso mis creencias al respecto para luego reflexionar sobre lo que las personas especialistas han investigado sobre este tema.
Generalmente se tiene un objetivo claro, como el de fortalecer las habilidades de alguien, el influir en las actitudes o dar información útil y confiable para el desarrollo de una sexualidad placentera, saludable y responsable. Este objetivo guía nuestra búsqueda de información y reflexión.
Ponemos atención a las respuestas verbales y no verbales de la otra persona para saber cómo se siente al respecto, pero también preguntamos de forma abierta y nos interesamos sobre lo que la persona sabe u opina sobre el tema.
Trata de ir más allá y explorar el por qué las personas se han ido construyendo de ciertas maneras. Emplea muchas veces para esto, los lentes del género. Plantea preguntas para explorar: ¿De qué otra manera podría ser? ¿Esto se puede cambiar? ¿Hay lugares donde sea diferente?
Considera siempre el principio de los derechos humanos para todas las personas porque reconoce que independientemente del sexo, raza, orientación sexual o cualquier otra diferencia, todas y todos necesitamos desarrollarnos adecuadamente y disfrutar de una vida saludable, placentera y responsable.
Es importante evitar contradicciones
Al estar tan estrechamente relacionadas, estas dos formas de educación pueden llegar a contradecirse. Cuando existen contradicciones entre ambas formas de educación, las y los adolescentes pueden llegar a sentir desconfianza o confusión, lo que no facilita el objetivo. Por ejemplo, cuando por una parte escucha que el amor no puede ser violento y por el otro escucha frases como “el amor duele” o “quien bien te quiere te hará llorar” o “si lo quieres debes perdonarle todo lo que te haga”.
La educación no deliberada en sexualidad refuerza los estereotipos y roles tradicionales de género y reproduce la discriminación y la desigualdad.
Por su parte, la educación deliberada en sexualidad y basada en los derechos humanos abona a un ejercicio de la sexualidad plena en un marco de derechos sexuales y reproductivos, en beneficio de un mayor respeto a todos los seres humanos.
Por otro lado, cuando ambas formas de educación apuntan a una misma dirección (por ejemplo, ambas refuerzan la idea de que hombres y mujeres pueden participar de la crianza) el camino hacia nuestro objetivo suele ser más fácil. Afortunadamente, la EIS permite trabajar con las propias actitudes para cambiarlas y por lo tanto contribuye a mejorar aquella educación informal que se brinda en el día a día a las y los hijos.
Lo importante es buscar la congruencia entre ambas. Obviamente, esto se logra a través de la experiencia y la práctica, es algo en lo que se necesita dar el tiempo suficiente para desarrollarlo.
Dado que cuando usted era adolescente, las fuentes de información sobre sexualidad eran otras a las que actualmente tienen acceso las y los adolescentes, deben reconocer que muchas veces no cuentan con la facilidad ni la experiencia para hablar de estos temas, como tampoco cuenta con toda la información confiable y científica para abordarlos. Sería ideal empezar a hablar con las hijas e hijos sobre la sexualidad desde sus primeros años de vida; sin embargo, en cualquier momento se puede iniciar con esta labor.
¿Cómo hablar de sexualidad con mis hijas e hijos?
Comunicación asertiva sobre sexualidad
Imaginemos un momento en que se encuentra frente a su hijo o hija adolescente para hablar de sexualidad. Es probable que sienta...
Tal vez hablar del cambio corporal puede ser relativamente sencillo, pero las cosas se complican cuando se tiene que hablar sobre los cambios de comportamiento. No es fácil, por ejemplo, hablar de excitación, de placer o de deseo sexual. Sin embargo, la mayor parte del tiempo estos sentimientos son parte de la inserguridad que se siente como madre o padre para abordar estos temas y porque usted no quisiera que sus hijas/os nos perciban como ignorantes o inexpertos/as.
Dé clic en los siguientes sobres, para conocer algunas estrategias que le ayudarán a lograr una comunicación asertiva.
Relajarse
Algo que puede ayudar a relajarse y no sentirse inseguro es recordar que la propia experiencia corporal y de crecimiento de las y los adolescentes les lleva a tener una idea de lo que significa la intimidad y el pudor, y generalmente necesitan sus propios espacios o momentos, por lo que como madres o padres deben confiar en que ellas/os dirán qué necesitan saber realmente.
Busque un momento propicio
Cotidianamente, se tienen muchas oportunidades de abordar estos temas con ellas/os, como cuando ven un programa de televisión, un comercial sobre el cuerpo de las mujeres o cuando hablan de cantantes. Todos los días se presentan estas excelentes oportunidades para que la plática sea más fácil y fluida.
Actitud positiva
Más allá de la vergüenza, existen otras razones por las cuales las y los adolescentes dejan de acercarse a su madre o padre para preguntarle o decirle lo que les ocurre; entre ellas se encuentran las actitudes. Las actitudes de una persona son negativas cuando algo le desagrada o no está de acuerdo y positivas, cuando algo sí le gusta y le parece adecuado o correcto. Las actitudes se reflejan no solo en la información que la persona da, sino en las expresiones que utiliza, que a veces no concuerdan con lo que se dice o expresa corporalmente.
Genere un ambiente de empatía
Haga a un lado o dé menos importancia a los pensamientos y necesidades propias. Conectar con las de su hija o hijo adolescente, puede ayudar a abordar esos temas que generalmente pueden ser difíciles de platicar.
Evitar mensajes contradictorios
Alguien puede dar una información muy clara sobre los métodos anticonceptivos, haciendo énfasis en la responsabilidad, pero en algún momento hace un comentario como “nada más cuídate de que no te vean con eso porque van a pensar mal de ti”. ¿Qué mensaje está dando entonces? ¿A qué se refiere con “pensar mal de ti”? Este tipo de mensajes suelen confundir a las y los adolescentes. Por una parte, se está pidiendo que sea responsable de cuidarse usando un método anticonceptivo para no embarazarse, y por la otra, también se le dice que eso está mal visto. Ambas ideas juntas no son coherentes y generan confusión en la o el adolescente.
Cuidar las expresiones no verbales
Estas incluyen los gestos de la cara (sonreír, alzar las cejas, fruncir el ceño y otras) los gestos de sus manos (manotear, ocultar las manos, frotarlas), su postura corporal (alejada, cercana, de espaldas), su mirada (confiada, evasiva, demasiado fija, etcétera.), el tono de voz que utiliza (bajo, fuerte, a gritos, rápido o lento) y otro tipo de señales como el reírse, si toca a la otra persona o evita el contacto.
Coherencia entre lo verbal y lo no verbal
La falta de coherencia entre lo que se dice y las expresiones no verbales puede hacer que tu hija o hijo adolescente no sienta confianza de hablar contigo. Por ejemplo, cuando una madre le dice a su hija adolescente “Hija, confía en mí; conmigo puedes hablar de todas tus dudas y experiencias acerca de tu cuerpo y tu sexualidad”, y se lo ha dicho con mucha seriedad, con el ceño fruncido, con los brazos cruzados, agachándose y sin mirarla a los ojos. Evidentemente esta invitación verbal de la madre no es coherente con esas expresiones no verbales que denotan desconfianza, enojo o hasta temor de la madre para abordar ese tema.
Derechos sexuales de las y los adolescentes
Para conocer o detectar cuáles son sus expresiones no verbales, solo hace falta que le pregunte a alguien sobre lo que percibe cuando usted habla con ella/él. Tal vez no sea muy agradable escuchar las respuestas, pero ayudará a mejorar la forma cómo se comunica como madre o padre o persona a cargo de su educación, Incluso podría ensayar frente al espejo para mejorar sus expresiones.
Las estrategias que aquí le presentamos no son las únicas, puede buscar en internet otras recomendaciones que le ayuden a establecer un diálogo apropiado con su hijo o hija adolescente.
La regla del “alto”
Es común que cuando hablamos de temas “incómodos” con nuestras hijas e hijos vemos que “ponen caras” o usan frases como “¿Por qué me dices eso?”, “¡qué horror!”, “¡Ay no!”.
Esto no significa que quieran dejar de conversar. Para facilitar la conversación en un ambiente que no resulte incómodo, podemos usar la “regla del alto”. Lo que hacemos es comentar que durante la conversación pueden hacer todas las expresiones que quieran, decir y preguntar lo que sea, pero cuando sientan que un tema es incómodo, pongan un alto. El alto se debe marcar con una palabra o gesto acordado, como ponerse un cojín en la cara, decir “ya estoy cansado/a”, o decir “eso lo preguntaré después”, etc. En ese momento nos detenemos. Esta regla del “alto” ayudará a relajar la situación además de que marcará el momento en que la/el adolescente se sienta más incómodo y que necesita tiempo para pensar sobre ese asunto y plantearlo de una manera cómoda para él/ella.
Video: Hablar de sexualidad con adolescentes
* Video tomado de Hablar con nuestros hijos sobre sexo y sexualidad, Planned Parenthood - Video Youtube.
Tal vez al inicio no sea fácil implementar estas estrategias, pero poco a poco se podrá facilitar el intercambio de ideas, incluso, la búsqueda, entre ambos o ambas, de información sobre la sexualidad, el erotismo, el cuerpo, el placer y todas las temáticas relacionadas.
¿Cómo fomentar el autocuidado en mis hijas e hijos?
Señales de alerta
Las madres, padres y tutores de adolescentes, pueden contribuir con su educación sexual si toman en cuenta algunos principios de autocuidado que los favorecen. A continuación se presenta una lista de aspectos que les permitirán reconocer si su hija o hijo están preparados para su autocuidado.
Seleccione SÍ o NO en las siguientes afirmaciones, de acuerdo con lo que observa en su adolescente.
AFIRMACIONES | SÍ | NO |
---|---|---|
Pone atención a su salud. | ||
Cuando se enferma se descuida. | ||
Diferencia entre necesidades y deseos. | ||
Desconoce o no reflexiona sobre cómo le afectan las cosas. | ||
Repite errores constantemente. | ||
Sólo le preocupa lo propio. | ||
Piensa que lo que le ocurre a otras/os no le afecta. | ||
Ignora o no valora los compromisos que tiene con otras personas. | ||
Cede frente al chantaje o la violencia de otras personas. | ||
Accede a hacer cosas, aunque le dañen. | ||
Muestra respeto por las emociones de otras personas. | ||
Si lastima a alguien, no se detiene. | ||
Toma decisiones impulsivas. | ||
Se deja llevar por la costumbre o emoción. | ||
Vive sus emociones de forma “desbordada”. | ||
Se “calla” sus emociones. | ||
Cuando tiene problemas no lo dice, por miedo, vergüenza. |
Por favor responda todas las preguntas
¿Qué puedo hacer para favorecer los principios de autocuidado?
Recalcar que reconocer las propias necesidades son fundamentales para nuestro desarrollo, sin ellas no podemos estar bien. No se puede renunciar a una necesidad sin afectar nuestro desarrollo. Por el contrario, los deseos no son indispensables.
Principio: Valoro mis propias necesidades
Promover formas de pensamiento reflexivo antecedente (preguntándose ¿qué me motiva hacer eso?) y consecuente (¿qué pasa si lo hago o no lo hago?). Enseñar alternativas de respuesta comparando ventajas y desventajas de cada una.
Principio: Conozco las consecuencias de las decisiones que tomo
Preguntémosle sobre lo que podrían pensar, sentir o hacer todas las partes involucradas en una decisión. Por ejemplo, cuando observa una pelea en la escuela, cuando habla sobre sus profesoras, etcétera. Incluyendo sus propios pensamientos, emociones y acciones.
Principio: Valoro las necesidades de otras personas
Hacer preguntas que ejerciten su empatía: ¿cómo te sentirías tú si te hicieran eso? ¿Qué harías tú en su lugar? ¿Qué consecuencias tendría eso para ti? Y mostrarle las consecuencias que tiene para él/ella lo que hace a otras/os.
Principio: Conozco cómo mis decisiones pueden afectar a otras/os
Reforzar que nadie puede obligarle a hacer algo que le dañe y que quien trate de obligarle no le respeta. Evitar decir cosas que validen la violencia como “así es la vida”, o “ya ni modo, si lo quieres acepta lo que te pide”, “los hombres son así”. Si en casa existen experiencias de violencia en la familia, buscar apoyo en alguna institución para aprender cómo enfrentarla.
Principio: No permito que alguien me obligue a ir contra mi bienestar. Conozco cómo mis decisiones pueden afectar a otras/os
Recalcar que todas las personas tenemos los mismos derechos y que existe la obligación de respetar los derechos de las/os demás. Hablarle sobre responsabilidades sociales, pero también legales (violentar es un delito).
Principio: No obligo a otra persona a ir contra su bienestar
Hablar que las emociones pueden nublar nuestro pensamiento y por lo tanto no nos permiten ver a mayor distancia.
Principio: Sé controlar mis impulsos
Hablar que las emociones son constructivas o positivas cuando aprendemos a escucharlas y a manejarlas, sobre todo cuando nos enfrentamos a problemas u obstáculos.
Principio: Manejo de forma positiva mis emociones
Motivarle en varios momentos que puede acercarse con nosotras/os para platicarnos del problema y que haremos lo posible por ayudarles a encontrar cómo solucionarlo.
Principio: Si no puedo resolver las cosas, busco ayuda
Reflexiona tus respuestas e inténtalo de nuevo.
Reiniciar cuestionario
Principios de autocuidado
Los y las adolescentes que logran reconocerse como individuos que son responsables de su autocuidado, logran tomar decisiones asertivas.
Pulse sobre las flechas para conocer más.
Principios
Valoro mis propias necesidades
Conozco las consecuencias de las decisiones que tomo
Valoro las necesidades de otras personas
Conozco cómo mis decisiones pueden afectar a otras/os
No permito que alguien me obligue a ir contra mi bienestar
No obligo a otra persona a ir contra su bienestar
Sé controlar mis impulsos
Manejo de forma positiva mis emociones
Si no puedo resolver las cosas, busco ayuda
Ejemplos
“Si inicio mi vida sexual será porque estoy preparada y deseo hacerlo… no por demostrarle a alguien mi amor o por presión social.”
“Necesito acudir a atención médica para cuidar mi salud y sentirme bien.”
“Sé que no usar el condón adecuadamente puede llevarme a adquirir una infección de transmisión sexual.”
“A veces pienso en que quiero tener relaciones con mi novia, pero ella me dice que no y la respeto. No tengo porque presionar.”
“Si yo me embarazara probablemente mi padre tendría que hacerse cargo de los gastos, porque yo no trabajo”.
“Sé que avisar dónde estoy hace que mi padre y mi madre estén más tranquilos.”
“Mi novio me pidió hacer algo que me podía traer problemas y, le dije que no… cuando amenazó con dejarme si no lo hacía, me di cuenta de que no valía la pena discutir y me retiré.”
“Estando con mi novio, le pedí algo y noté que, aunque accedió a hacerlo, no se sentía cómodo, al preguntarle me dijo por qué le incomodaba, así que decidí parar.”
“En ocasiones me dan ganas de salir con personas que no conozco, pero sé que es peligroso, así que espero a que pase el impulso y listo.”
“El otro día que fui al médico me molesté porque me recibió muy de prisa, pero entendí que no era por mí y respondí amablemente. Terminó por darse cuenta y yo aproveché mi consulta.”
“Ya sé que tú me dijiste hace un tiempo que no te gustaba como me trataba mi novio y no te hice caso, pero ahora ya no sé qué hacer, necesito hablar con alguien.”
Observe con atención el siguiente video.
¿Por qué es importante establecer relaciones de comunicación y confianza con mis hijas e hijos?
Aunque no es algo exclusivo de la adolescencia, guardarse los problemas suele ser común en esta etapa. Como madres/padres nos gustaría saber si las cosas van bien o no, para poder ayudar a resolver algún problema, y para esto es necesario saber de ellos. La mayor parte de las ocasiones, esta falta de comunicación se debe a que las/os adolescentes dudan sobre la reacción que tendrán con las personas que les cuidan.
Pulse sobre cada una de las imágenes e imagine que puede leer los pensamientos de su hija o hijo.
Siento que voy a decepcionar a mi familia
No creo que se vayan a dar cuenta, mientras trato de arreglarlo
Me van a poner la regañiza de mi vida y la verdad que flojera
De todas maneras ni les importa lo que me pase
No quiero preocuparlos, porque luego se ponen mal
Como madres, padres, tutor o persona responsable del cuidado de una o un adolescente, a veces cuesta trabajo comprender su forma de pensar y consideramos algunos de sus pensamientos como inmaduros, e incluso no podemos creer que pasen por su cabeza. Sin embargo, ante cualquier situación en la que piense que algo está sucediéndole a su hija o hijo, es preferible preguntarle y buscar la manera de hacerle sentir que puede contar con ustedes.
Forjar comprensión
Es importante que las y los adolescentes sientan la confianza de recurrir a su mamá o su papá cuando lo necesiten, sobre todo cuando existe un problema que tienen que resolver. ¿Cómo se expresa cuando quiere hablar con usted alguno(a) de sus hijos e hijas sobre algo que le preocupa a él o a ella?
A manera de regaño porque las emociones y la preocupación ante lo que pueda estarles pasando les hacen sentir impotencia y tomar esta postura. Este tipo de comunicación no siempre es muy efectiva, ya que genera que las y los adolescentes se “cierren”, piensen que no les van a querer ayudar, y no escuchen lo que les quieren decir su madre o padre.
Una mejor estrategia es “forjar comprensión”. Es importante considerar, que antes de implementar esta estrategia conviene tomar un momento para respirar y dejar que alguna emoción como el enojo, la culpa o la ansiedad se controle, y estar en un estado de tranquilidad que les permita hablar del tema.
Para reflexionar:
¿Cómo puedo favorecer la comprensión con mis hijas e hijos?
Pulse sobre cada sugerencia para conocer más.
Conversar y preguntar a las personas sobre sí mismas
Lo que haces comúnmente es criticar y eso bloquea la comprensión:
“Mi hija anda de novia con un muchacho y todo el tiempo quiere ir verlo”
Si la criticas, ella ya no querrá contarte más:
“Uy... ese niño te trae bien tontita, no te emociones, ni le creas tanto”
Si muestras comprensión, puedes preguntar y saber más:
Veo que estas muy entusiasmada cada que salen.
“¿Qué cosas les gusta hacer?”
“¿De qué les gusta platicar?”
Una de las principales formas de obtener comprensión es conversando y preguntando a las personas sobre sí mismas. El saber que alguien les comprende es una necesidad que tienen todas las personas, les ayuda a sentirse mejor y a conocerse mejor.
Por ejemplo, una profesora que busca comprender la situación de sus estudiantes puede tener una mejor relación con ellos o saber si alguien tiene una necesidad especial, etcétera. Piense un momento en sus relaciones de amistad, por ejemplo. ¿Cómo te sientes cuando alguien te pregunta sinceramente cómo va tu vida? Si la persona hace esto frecuentemente, es probable que se gane tu confianza y te conozca cada vez mejor.
Madres y padres pueden hacer algo similar por sus hijas e hijos; no se trata de convertirse en sus mejores amigas/os, porque son dos formas de relación diferentes, pero sí de conocerles mejor y usar este conocimiento para apoyar y favorecer su crecimiento personal.
Mostrar comprensión también con el lenguaje corporal
A veces muestras desaprobación en tus gestos:
Poner la cara seria, cruzarse de brazos, negar con la cabeza y ladear la boca
Si haces ese tipo de gestos, puedes generar enojo o miedo y tu hija/hijo pensará:
“Mi papá siempre hace caras cuando mi novio va a verme”
Si tomas un respiro y tratas de sonreír puedes mostrar aceptación y eso puede generar más confianza:
“Mi papá es amable con mi novio, sí lo ve bien”
Sin embargo, para que sus hijas e hijos se den cuenta de sus esfuerzos por comprenderles no es suficiente con preguntarles, hay que mostrarles comprensión. Para demostrar la comprensión es necesario aceptar que la persona tiene derecho a pensar y sentir diferente; y que a pesar de estas diferencias, puede entender lo que siente y sentir empatía, es decir, “ponerse en sus zapatos” para comprender su situación. Esto ayudará a mostrar actitudes de comprensión en vez de actitudes de crítica y rechazo o descalificación. Se verán algunos ejemplos de cómo sustituir actitudes de crítica por actitudes de comprensión.
Mostrar comprensión incluye también el lenguaje corporal.
Hacer una propuesta que vaya orientada a su autocuidado
Si no muestras comprensión tu hija/o puede decirte algo así:
“Nunca te has dado la oportunidad de conocer a mi novio o novia”
o
“No sé por qué no te gusta mi novio”
Si logras mostrar la comprensión, puedes contestar algo como:
“Tú has notado que soy abierta a saber de tu relación y doy un buen trato a tu novio”
o
“Tú sabes que sí me gusta saber de tu novio y lo recibo bien en la casa”
Y posteriormente, manifestar tu desacuerdo:
“Sin embargo no estoy de acuerdo con los horarios tan amplios de sus salidas”
o
“Aunque no me gusta que se tarden tanto cuando salen a pasear”
Además de que permite tener más información y generar confianza, mostrar comprensión tiene la ventaja de que es posible expresar la desaprobación sin que esto genere la idea de que se hace por prejuicio o capricho, sino porque se tiene una razón para hacerlo y será mejor escuchada y recibida. De esta manera va orientando mejor a las hijas e hijos, sin que sientan hostilidad de parte de la madre o el padre. Posteriormente se les puede hacer una propuesta que vaya orientada a su autocuidado.
Fomentar la reflexión en torno a sus actos y las consecuencias que pueden tener
Tu hija puede debatir diciendo:
“Yo creo que exageras, si casi ni nos vemos, además ¿qué cosas quieres que haga?”
o
“No nos tardamos tanto, y ¿qué más quieres que haga?”
Si usas ahora una pregunta, favoreces la reflexión:
“Pues si me gusta verte contenta, haciendo todo lo que hacías antes de andar con él ¿qué crees que me gustaría verte hacer?”
o
“Pues ya sabes que me gusta verte contenta como antes, ¿qué crees que me gustaría que hicieras como antes?”
Independientemente si hay una respuesta, es importante manifestar la solución que le propondrías:
“Creo que los horarios con tu novio se podrían ajustar para que no abandones cosas que te gustan”
o
“Podrías salir menos rato con él para que puedas volver a ir al taller de baile del centro comunitario”
Lo más probable es que la conversación no termine ahí, sino que continúe con un poco de resistencia por parte de las/los adolescentes. Sin embargo, como no hay hostilidad, se puede aprovechar para fomentar la reflexión en torno a sus actos y las consecuencias que pueden tener.
Visibilizar las situaciones que nos preocupan sin llegar a una discusión o un regaño
Puedes hacer una pequeña observación sobre las consecuencias que podría haber:
“Cuando dejas de hacer las cosas que te gustan puedes volverte una persona un poco aburrida ¿no?”
Es muy importante preguntarle qué opina y darle tiempo para que reflexione:
“Así pienso yo, pero tal vez tú piensas diferente. ¿Tú como lo ves? Tómate el tiempo para pensarlo”
Generalmente hay que dar tiempo para después retomar la conversación y de ser posible, hacer un ofrecimiento:
“Lo podemos hablar luego. Igual si quieres regresar a tus clases de baile, me lo avisas”
o
“Después me dices. Si quieres volver a ir al centro comunitario me dices”
Y aunque en muchas ocasiones haga falta mucho más que hablar con ellas/ellos, este tipo de comunicación permite visibilizar las situaciones que nos preocupan sin llegar a una discusión o un regaño.
La comunicación sirve para motivar y reflexionar sobre los valores y las prácticas saludables de autocuidado.
¿Por qué es importante enseñar a mis hijas e hijos a valorarse?
En la cultura mexicana se tiene la costumbre de una educación basada en señalar lo que se considera como malo, y casi nunca rescata lo que sí se está haciendo de forma adecuada. Las y los adolescentes no solo necesitan saber lo que no hay qué hacer, también necesitan saber lo que sí hay que hacer para su bienestar. Reconocer y valorar estos comportamientos también ayuda a la construcción de su autoestima y les ayuda a tener formas de pensamiento más positivas. En ocasiones las y los adolescentes se juzgan duramente, ya que suelen compararse con estereotipos u otras personas y al pensar que no pueden parecerse a éstos (lo que generalmente nadie puede) no reconocen ni valoran sus propias características.
A veces es difícil encontrar las palabras para rescatar lo que sí se está haciendo adecuadamente, porque demostrar la aprobación es complicado cuando no se tiene la costumbre de hacerlo. Pero una vez que lo hacemos, se hace más fácil cada vez. Existen prácticas de autocuidado que vale la pena fomentar y que, al hacerlo, se está fortaleciendo a las y los adolescentes para enfrentar situaciones que les ponen en riesgo.
Si se pone atención a los comportamientos positivos de las hijas e hijos, al igual que a los comportamientos negativos (a través de la comprensión) se logra que al mismo tiempo que se sienten valoradas/os en sus cualidades, se siente aceptadas/os en las cosas que tienen que mejorar. Es decir, no buscan ser perfectas/os, pero valoran lo que son y buscan mejorar. Es por esto que la comunicación para reconocer lo valores internos de las y los adolescentes, les fortalece para enfrentar la vida.
Esto es lo que se conoce como la educación en valores.
La necesidad de educar en valores es lo que viene a la cabeza cuando se identifica que alguien hace algo que pudiera tomarse como “incorrecto”, que refleja falta de respeto o de consideración. Y esto se debe a que los valores son aquellos que demuestran lo que las personas piensan sobre el mundo y sobre sí mismas. En el tema de la sexualidad aparecen constantemente expresiones como “ya no hay ética”, “se han perdido los valores”, “esa persona no se valora” o “esa persona no tiene valores”.
Estas expresiones se usan sobre todo para referirse a las conductas de jóvenes, en este caso, de adolescentes, ya que se piensa que los valores se han perdido o han cambiado, pero ¿será así? ¿De qué se habla cuando se habla de valores?
Hay muchas maneras de pensar en el concepto o significado de valores, pero algo en lo que coinciden muchas de las filosofías que los estudian es que lo más importante reside en aquellas características que están vinculadas con el espíritu (y por espíritu se refieren a lo que se es como “persona”). Especialistas en el estudio de los valores plantean que los valores son resultado de la historia personal, colectiva e histórica en una sociedad determinada. Además, señalan que existen valores que permiten producir riqueza y otros que permiten contribuir a la sociedad y ser una persona ética.
Se puede hablar entonces de dos tipos de valores: los del tener y los del ser. Los primeros son valores que le dan cierta importancia a la persona en la sociedad, pero no definen lo que es como persona y se pueden perder. Los segundos, son los que definen la personalidad de alguien y nadie puede quitarle.
Ambos valores pueden dirigir las decisiones de una persona, de ahí la importancia de reflexionar sobre ellos. Cada vez que se enfrenta una decisión, se puede elegir entre algo que refuerce el ser lo que se es o algo que no. Se trata de los valores éticos, son convicciones acerca de las acciones, atributos humanos o condiciones vinculadas con el bien hacer y el desarrollo del ser humano en armonía con su entorno.
Son ejemplos de valores éticos: compromiso, sensibilidad, responsabilidad, justicia, tolerancia, respeto, búsqueda de la verdad, libertad, identidad, democracia, etcétera.
Los valores del tener son aquellos aspectos que más se aprecian socialmente: tener belleza, ser popular, tener dinero, entre muchos otros. Son cosas que efectivamente tienen un valor, pero el día de mañana podemos perder cualquiera de ellos y ¿qué quedaría? Lo que queda es lo que se es como persona. Enseñar esta diferencia a las hijas/os es importante para que tratar de que en la mayoría de las ocasiones coloquen en una balanza qué tiene más peso: tener o ser.
Un valor es algo que es digno de estima o algo que apreciamos.
Hemos aprendido que el dinero tiene valor porque nos lo han enseñado. Un bebé puede tirar un billete a la basura, porque para él no tiene un valor. Con las personas pasa igual:
Sabemos que un comportamiento tiene valor porque en nuestra familia así nos lo han enseñado: Si me alientan y reconocen porque soy un buen atleta, entonces tomaré eso como un valor. Si no, carecerá de valor para mí.
Para reflexionar:
¿Qué comportamientos se alientan y reconocen en su familia?
¿Qué valores le gustaría fomentar en su familia?
¿Qué valores puede fomentar en sus hijas e hijos?
Pulse sobre cada imagen y lea con atención.
Use palabras y expresiones donde valore lo que son y a continuación diga qué hace él o ella para ser así:
- “Me gusta que seas independiente, sobre todo cuando veo que haces tú tarea sin que nadie tenga que decírtelo”
- “Cada vez que te escucho hablar de lo que quieres lograr en la vida me siento muy bien, creo que eres muy persistente y vas a llegar lejos”
- “Creo que terminar con ese chico cuando te gritó no fue fácil, pero eso demuestra tu carácter. Creo que eres valiente y que te valoras de verdad”
De esta manera, al mismo tiempo que fomenta los valores que desea, tengan tus hijas e hijos, está también fortaleciendo su valor personal, sus comportamientos positivos y la relación de afecto que tiene con ella o él. Hay que recordar que como madre o padre se puede fomentar y reforzar los valores que se quiere que tengan las y los hijos; sin embargo, ellas/os tomarán la decisión con base en los valores que conformen según sus experiencias personales, familiares y de la comunidad donde se encuentren conviviendo y desarrollándose. De ahí la importancia de que las madres y los padres les den información sobre estos temas comprendiendo que sus hijas/os adolescentes son personas que harán sus propias reflexiones y tomarán sus propias decisiones.
Incluso en este tema de los valores podemos ver como el género también pesa. Socialmente se valoran más algunas características para hombres y otras para mujeres. Piense en algún cuento de hadas, por ejemplo: ¿sería igual si no se tratara de un príncipe? ¿Qué hubiera pasado si la princesa no hubiese sido “la más bella del reino”? ¿El final sería el mismo?
En nuestra sociedad suele valorarse a los hombres por su dinero y a las mujeres por tener una belleza de acuerdo a los estereotipos físicos de las modelos o artistas de moda. A las mujeres se les exige ser piadosas, a los hombres valientes… ¿Qué valores son importantes sin tomar en cuenta el sexo al que se pertenece?
Es importante hacer esto a partir de una reflexión sobre los valores que son realmente importantes para el bienestar de la persona, tratando de evitar estereotipos (sobre todo los de género), prejuicios o discursos que van en contra de los derechos de las y los adolescentes. Los valores por sí mismos no existen, sólo existen si las personas los practican y los reconocen como valiosos. Un billete, hoy puede valer algo pero si nadie lo reconoce, mañana no valdrá nada. Si la honestidad, deja de ser reconocida, deja de tener valor. Si sus hijas e hijos sienten que no se les reconoce en casa y en la escuela, sentirán que no tienen valor.
Educar en valores también implica que aprendan a distinguir el valor y los valores en las otras personas. Utilizar ejemplos en historias o en casos de otras personas es muy útil. Algunos pueden ser: “¿qué tuvo más peso para la protagonista cuando se enamoró de este personaje? ¿Fue por algo que él era o por algo que él tenía?”, “¿Crees que una persona por ser bonita sea más valiosa que otra que no lo es?”, “¿Tú a quien contratarías: a alguien que es popular o alguien que es honesto?”.
Para el ejercicio de la sexualidad, lo más importante es enseñar a las hijas e hijos a valorarse a sí mismas/os por lo que son y que la mayor parte de sus metas tengan que ver con lo que quieren ser, ahora y en un futuro, no solamente con lo que quieren tener. Pensar en tener una profesión es importante, pero lo es también ser una profesionista bien preparada. Tener una pareja amorosa es importante, además de ser una pareja amorosa. La educación en valores del ser está muy vinculada con el proyecto de vida y el ejercicio de la sexualidad. Por ejemplo, valores del ser como el respeto, la dignidad, la honestidad, la libertad, la responsabilidad, son parte del marco que las y los adolescentes necesitan para vivir su sexualidad de manera saludable, placentera y responsable al contribuir con su elección del uso de métodos anticonceptivos para prevenir consecuencias no esperadas como un embarazo y/o una infección de transmisión sexual.
Tips para hablar con mis hijas e hijos sobre sexualidad
Observe con atención el siguiente video.
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Los comportamientos sexuales están influidos por la cultura
Si bien es cierto que la conducta sexual tiene un componente fisiológico y de impulsos (generalmente vinculados con la respuesta sexual del cuerpo, las sensaciones y la atracción sexual) no hay que olvidar que la mayor parte de los comportamientos sexuales están influidos por la cultura, así como por la situación en la que se presenta la posibilidad de tener un contacto sexual. Inclusive, una comunidad puede tener un concepto distinto de una conducta sexual que se considera normal en otra comunidad, aunque en cualquier parte del mundo el acto sexual implique básicamente lo mismo, el significado de la sexualidad puede ser diferente en cada cultura.
* Imágen: Tribu Bororos o Wodaabes que habitan en Níger, en el corazón de África Occidental.
A mayor información se posponen las relaciones sexuales
De acuerdo con las investigaciones especializadas, las y los adolescentes que tienen mayor comunicación con sus madres y padres acerca de la sexualidad tienden a posponer el inicio de las relaciones sexuales, a tener menos parejas, o a utilizar condón y otros métodos anticonceptivos cuando deciden iniciar la actividad sexual con su pareja.
* Marzo 16, 2016 de www.plannedparenthood.org.
Actualmente se inicia la vida sexual a edades más tempranas
De acuerdo con un estudio reciente de INEGI (2017) con datos de la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica 2014, en México, la edad mediana de la primera relación sexual de las mujeres en edad fértil para 2014 fue de 17.6 años1. En cambio, según la misma encuesta en 2009 se señalaba una edad mediana de 19 años en el mismo grupo de mujeres, lo que significa una reducción en la edad de inicio de la vida sexual.
* Fuente: "La anticoncepción: implicaciones en el embarazo adolescente, fecundidad y salud reproductiva en México". INEGI, 2017, página 24.
Reflexiones finales...
- La EDUCACION INTEGRAL EN SEXUALIDAD puede hacerse también desde la familia.
- Se hace educación sexual continuamente, aunque no se esté consciente de ello. Se educa a las y los hijos a través de los pudores, las caricias, los silencios u opiniones.
- Una educación sexual de calidad debe dirigirse a que las y los hijos aprendan a conocerse, aceptarse y a expresar su sexualidad de modo que sean felices.
- Hay que educar siempre desde lo positivo y no de lo negativo, fomentando la autoestima del niño/a.
- Trata de encontrar “oportunidades para enseñar”. Utiliza programas de televisión, libros, tareas escolares, canciones.
- No espere que su hija o hijo le haga preguntas a usted; muchas/os nunca preguntan. Usted necesita decidir lo que le importa que él o ella sepan.
- Hay que estar dispuestos para dialogar. El diálogo no puede ser impuesto; siempre debe existir respeto y aceptación.
- Escuche la pregunta que hay “detrás de la pregunta”. Por ejemplo, la pregunta implícita “¿soy normal?”, a menudo oculta otras acerca del desarrollo sexual, los pensamientos sexuales y los sentimientos sexuales. Dele seguridad a su hijo o hija siempre que pueda.
- Escuche, escuche, escuche. Pregúntele que quiere él o ella saber y qué es lo que sabe.
- Es posible que se sienta incómodo/a cuando trata estos temas con sus hijas/os.
- No vea con ojos de adulto lo que hacen los niños y niñas, y las y los adolescentes. No haga interpretaciones precipitadas.
- Es importante que se pregunte qué tan preparado(a) se siente para hablar de sexualidad con sus hijos e hijas. A veces es suficiente con saber qué recursos hay en la colonia, pueblo o ciudad a dónde acompañarles o derivarles para que reciban información y/o sean atendidas/os.
- Conviene dejarles claro que con ustedes, madre o padre, se puede hablar de sexualidad y que son personas dispuestas a hacerlo, si es que ellos quieren. Sin embargo, también es muy importante que si no quieren hablar con usted acerca de su sexualidad, debe respetarles su decisión y darles la oportunidad de que ellas/os se acerquen cuando lo consideren más conveniente para sus necesidades e intereses como adolescentes.
- Respete el pudor, los secretos de su hija/o y sus silencios.
- No haga juicios de valor. Intente comprenderles para saber orientarles y ayudarles.
- Háblele acerca de los placeres de la sexualidad.
- Recuerde que le está diciendo a su hija/o que a usted le importa su felicidad y bienestar.
- Conozca lo que se enseña de sexualidad en las escuelas y promueva que se les brinde educación integral en sexualidad en el marco de los derechos humanos.